
Paseíllo en la plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda 
FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros de El Torero, desiguales de
presentación y juego. Inválido y a la defensiva, el primero; encastando el
segundo; con clase el tercero; con tran
smisión el cuarto; bravo y bueno el
quinto, de nombre Esturión, número 77, negro de capa, nacido en enero de 2019 y
de 487 kilos, que fue indultado; y sin clase y deslucido el sexto. 
Morante de la Puebla, de tabaco e hilo blanco: pinchazo, casi entera atravesada y tres descabellos (silencio); bajonazo (dos orejas).
Emilio de Justo, de corinto y azabache: estocada tendida (oreja); simuló la suerte suprema tras el indulto (dos orejas y rabo simbólicos)
Juan Ortega, de verde botella y azabache: estocada baja (palmas); bajonazo (silencio).
La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde
agradable.
Sanlúcar no pierde sus esencias. Las taurinas tampoco. Es
siempre un gustazo acudir a la plaza de El Pino a disfrutar de los toros. Un
lugar donde todavía se puede percibir ese olor a campo puro y a pueblo seguro
de sus propias raíces. Su aire de poniente y sus atardeceres en la
desembocadura ya valen un imperio. Si además se añade la pasión de sus gentes,
el ‘pescaíto’ frito único de sus bares y la atracción de sus calles, Sanlúcar
no deja de ser uno de los lugares más sacrosantos del mundo. Si encima vas a
ver un cartel de lujo con una ganadería de tronío, el plan está hecho. Y todo
volvió a salir de dulce de monjita del convento de las dominicas, donde el
tocino de cielo sabe a ‘boccato di cardinale. 
Pero yéndonos a la lidia ordinaria que arrancaba a las siete
en punto a pocos metros donde el Guadalquivir se despide de la madre Tierra
para entrar de lleno la inmensidad del mar, digamos que el diestro Emilio de
Justo indultó a un gran toro de El Torero, de nombre Esturión, en el segundo y
último festejo de la feria de la Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, y ha
salido a hombros junto a Morante de la Puebla, que desorejó a su segundo
oponente.
El episodio de la tarde llegó en el quinto toro, con el que
De Justo destacó de primeras en un quite por chicuelinas. El arranque de faena
fue explosivo, con ayudados por bajo cargados de empaque ante un toro bravo y
de emocionantes acometidas.
El extremeño se entregó ya con una serie de redondos de mano
baja, llevándolo muy templado. Con la izquierda se desplazó también con clase
el de El Torero, aunque por ahí hubo menos comunión, lo que suplió De Justo
rápidamente echándose nuevamente la muleta a la diestra para romperse
totalmente con el animal, que fue siempre a más, como la faena.
El público comenzó a pedir el indulto hasta que el
presidente confirmó con el pañuelo naranja. Gran toro de El Torero y
emocionante faena de De Justo, que antes ya había sumado un trofeo de un
segundo de corrida también encastado.
El cacereño recibió a este toro con una larga de rodillas,
delantales y verónicas con cierta plástica hasta llegar al centro de la plaza y
rematar con dos medias. En el encuentro con el caballo el toro recargó encelado
con fuerza en un puyazo largo.
De Justo brindó al público y arrancó su faena casi al hilo
de las tablas con ayudados por bajo que remató más allá de la segunda raya del
tercio. El toro fue encastado, pero moviéndose rebrincando hasta que el
extremeño lo metió en la muleta.
Con la mano izquierda se le coló en el primer muletazo. De
Justo apostó por la diestra y en las cercanías le arrancó dos series más
voluntariosas que cargadas de esencia. Tras una estocada tendida, se agarró al
piso el de El Torero y, reculando, buscó la boca de riego para echarse. Oreja.
El primero de Morante fue un inválido que empujó con un
pitón en el caballo y se defendió en los capotes. El sevillano sacó lo poco que
tenía el toro a base de esperarlo mucho con la muleta retrasada, pero duró poco
el trasteo ante la falta de clase y pujanza del astado. Silencio.
Morante arrancó en el cuarto de la tarde con muletazos por
alto. Su faena la cimentó con la derecha, aunque sin llegar a acoplase al toro
que reponía entre los muletazos. Una serie con la izquierda animó algo más el
trasteo, aunque sin ligar.
Y a la vuelta a los redondos compuso la mejor serie mientras
sonaba ‘La Concha Flamenca’. Una faena de menos a más con bellos destellos,
pero sin conjunción. Finalizó con derechazos de frente y un bajonazo feo. Dos
orejas.
Bonitas fueron las verónicas con una rodilla en tierra de
Juan Ortega a su primero. Tras un largo puyazo el toro se desplazó bien en la
brega de banderillas. El sevillano comenzó con muletazos por bajo mientras que
el de El Torero se movía con cierta clase. A partir de ahí la faena se
desarrolló entre enganchones y probaturas hasta quedar en la nada. Lo pasaportó
con un espadazo bajo. Palmas.
El sexto fue un toro sin clase y deslucido con el que Ortega
no se entendió, tanto que hasta se le vio desbordado por momentos. Remató con
un bajonazo feo. Silencio.
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