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| Foto - Diario de Sevilla. | 
Ya he hecho la digestión tras lo ocurrido en Sevilla estos
días. No voy a hablar sobre si la Maestranza está perdiendo el caché que siempre
ha tenido o si sigue siendo la dueña de los silencios del toreo. Este artículo
lo leerán buenos aficionados con opinión y criterio. Cada uno pensará lo que
crea más oportuno.
Además, tras el debate surgido, sobre todo en las redes
sociales, sobre si la plaza de toros de Sevilla ha entrado en una espiral de
triunfalismo, Morante llegó, vio y venció. Y se convierte en el César del toreo
actual. No cabe duda alguna de lo que afirmo. 
El pasado año, en el mes de septiembre, el torero de la
Puebla del Río también formó un taco en este mismo escenario. Sin embargo,
desde mi óptica, que puede ser más o menos acertada, vi que todo aquello se
había desproporcionado. Morante estuvo muy bien, pero para cortarle las dos
orejas a aquel toro de Juan Pedro… tuve mis dudas. Y yo no lo vi para tanto.
Algo más de medio año ha pasado y Morante no solo revalidó
su triunfo, sino que lo engrandeció. Y todo por el toro que tenía delante. Si
el del año pasado era un animal pastueño y bonancible, el de Garcigrande del
pasado viernes que salió como sobrero era un toro encastado y con mucha
transmisión. Y Morante bordó el toreo. 
Destaco de esta faena que ya es eterna no la estética, sino
la ética de un torero tocado por los dioses. La estética se le presupone a este
torero tan artista. Me interesa más la ética porque Morante demostró, una vez
más por si no quedaba claro, que es un torero con mucho poder en sus muñecas, valeroso,
inteligente en la cara del toro y muy firme. Con una colocación perfecta y con
ese valor recio que siempre han tenido las grandes figuras del toreo. 
Curiosamente a un toro con tanto carbón lo meció con muletazos
por alto al inicio de su faena ¿Quizá una equivocación de estructura al ser un
toro tan encastado? Nos quedamos con la duda. A continuación, nació el toreo en
redondo. Vigoroso, largo, acompasado, con temple y vuelvo a repetir que muy
bien colocado. Pocas veces este tipo de muletazo tan usual se convirtió en tan
grande. Hubo también tandas con la mano izquierda de un exquisito trazo. Y
sobre todo, hubo ligazón. Algo que le faltó en la faena del pasado mes de septiembre.
El monumento, al menos para mí, vino en dos momentos. En un
cambio de mano que improvisa cuando va a rematar una serie por alto y se
inclina por tomar la muleta con la izquierda y colocarle un natural cumbre. Por
otro lado, cuando le pegó no sé si fueron ocho o nueve derechazos que eran para
volverse loco. La plaza se caía y los que lo vimos por televisión nos
levantábamos del sofá. 
En definitiva, Morante conquista el toreo y se convierte en
el actual Rey. La figura de Joselito le sigue inspirando y estamos de
enhorabuena. El torero de Gélvez, nos dejó hace ahora 102 años pero sigue su
huella y su estela afortunadamente en la tauromaquia actual porque el toreo es
eterno. Morante es buena prueba de ello. Por eso, por faenas como la del
sevillano el pasado sábado y por la estela de Joselito, el toreo es grandeza.